sábado, 31 de mayo de 2025

Soneto al alma que no despertó

Tan breve fue su paso por la vida,  
un soplo, apenas sueño en primavera,  
dejando en su partida tan severa  
la sombra de una luz desvanecida.  

Jamás sus manos rozarán la aurora,  
ni el aire tibio de un hogar querido,  
su voz será un murmullo desprendido  
que entre los ecos del dolor implora.  

Y aquí me quedo, náufrago en su ausencia,  
un alma rota, un llanto sin consuelo,  
mirando el tiempo arder en su sentencia.  

Si el mundo le negó su azul y cielo,  
que al menos mi tristeza en su presencia  
le erija un canto eterno sobre el suelo.


Letras oscuras 
Sakul NSONO

Destierro de las silabas

Caí en un reloj que nunca había nacido,  
donde el tiempo es un pájaro que se olvida de volar,  
y el silencio cruje como un vidrio roto en la boca del viento.  

Las palabras naufragan en mares sin nombre,  
las vocales se enredan en nudos de fuego,  
y la noche se viste con las cenizas de la voz.  

¡Quién sopla el eco que no existe!  
¡Quién pinta las sombras del aire!  
Las estrellas giran sin rumbo en los labios de un dios extraviado.  

Caigo, caigo, caigo,  
mi paracaídas es una lágrima que nunca tocó el suelo,  
mi alfabeto es un grito que aún no ha despertado.  



Letras oscuras
NSONO 

Caída infinita

Nací en el filo de un relámpago azul,  
cuando el cielo titubeaba entre ayer y nunca,  
y mi sombra se deslizaba por los rincones de la duda.  

Subí al vértice de un sueño oxidado,  
las palabras se despeñaron en el abismo del eco,  
la luna dibujó un esqueleto en la nada.  

¡Oh vértigo! ¡Oh voz sin labios!  
Las sílabas tiemblan en el horizonte abierto,  
los relojes han olvidado su latido.  

¿Quién canta en los huesos del viento?  
¿Quién sopla el polvo en los párpados de Dios?  
Mi paracaídas desgarra la piel del infinito,  
caigo, caigo, caigo…  
hasta que el verbo me consuma.  


Letras oscuras
NSONO 

lunes, 26 de mayo de 2025

La balada del callejón

En la sombra de la urbe cruel,  
donde ruge el hambre y el sol no arde,  
con el filo presto y el pulso fiel,  
nadie manda, nadie es mi baluarte.  

No temo ley, ni juez, ni horca,  
ni uniforme, ni cruz de azar,  
que mi suerte la forjan manos  
curtidas en noches sin descansar.  

Mi mundo es el callejón oscuro,  
sin rey, sin ley, sin juramento,  
mi patria es la furia del muro  
y mi credo, el eco del viento.  

A hierro y fuego se labra el destino,  
sin dueño que dicte su fin,  
pues la vida se juega al peligro  
y el mañana es un sueño sin raíz.  



Luis NSUE MIA 
Almas rebeldes 
Letras oscuras
 

Canto de los héroes

En selva bravía, tronando lamentos,  
tejió la leyenda su fiera estandarte,  
Nzé Medang ruge con ímpetu lento,  
fulgor en su lanza, temblor en su parte.  

La noche, testigo de horrores sangrientos,  
retira su sombra con paso distante,  
que surge Akoma, furioso, violento,  
con bronce en su mano, su furia apremiante.  

El río susurra secretos dormidos,  
las bestias lo oyen, lo sienten, lo temen,  
pues Nsi lo guarda en peñascos heridos,  
su canto es de piedra, su furia sostienen.  

Nzé alza su hierro, combate las sombras,  
Akoma le sigue, quebrando la brisa,  
del monte Sî surgen los bravos que nombran  
sus nombres en fuego, su sangre en ceniza.  

Eyong les bendice con filo en las manos,  
les da de su río la ira sagrada,  
sus ojos relucen cual luces arcanos,  
sus pasos resuenan cual trueno en la nada.  

La selva retumba con gritos y guerra,  
las bestias antiguas reclaman su hora,  
Nzé, como trueno, su lanza destierra,  
Akoma, cual rayo, su filo devora.  

Bajo la selva donde el Nsi reposa,  
se alza el misterio de fuego y presagio,  
allí los guerreros, de estirpe grandiosa,  
forjan su destino con rito y coraje.  

El monte Sî llama con voz tormentosa,  
Eyong les susurra en viento salvaje,  
Nzé y Akoma, con furia gloriosa,  
besan la tierra en solemne homenaje.  

Las llamas reviven el pacto sagrado,  
los cuerpos se ciñen de oscuro carbón,  
los dioses observan el fuego dorado,  
la sangre en la roca es rojo blasón.  

Nzé alza su brazo con hierro encendido,  
Akoma responde con filo de luna,  
sus nombres resuenan en monte prohibido,  
su grito es relámpago, su furia, fortuna.  

Mas surge del río la sombra olvidada,  
Maséi despierta con dientes de roca,  
su piel es espanto, su voz es nevada,  
su ira es estruendo que el bosque sofoca.  

Nzé ruge alto, su lanza centella,  
Akoma resiste con llama de oro,  
Eyong les ampara con férrea doncella,  
las sombras del río sucumben al coro.  

Así con su brío forjaron la historia,  
Nzé con su trueno, Akoma con luz,  
sus nombres cincelan la selva en memoria,  
su canto es eterno, su paso es su cruz.  

El río se agita con furia y con miedo,  
la sombra de Maséi crepita en la bruma,  
su aliento es veneno, su cuerpo es de enredo,  
su grito es relámpago, su fuerza, negrura.  

Nzé no vacila, su acero fulgura,  
cual rayo en la noche, la lanza destierra,  
Akoma lo sigue, su filo apresura,  
con danza de sangre retumba la guerra.  

Maséi ruge airado, con garras de roca,  
sus dientes son filo de antigua tormenta,  
los héroes resisten, la sombra sofoca,  
más densa que niebla, más cruel que osamenta.  

Nzé enciende el aire con fuego en su mano,  
su brazo se extiende con ira bendita,  
Akoma avanza con paso insano,  
su espada reluce cual luna infinita.  

Maséi se retuerce, sus grietas supuran,  
sus gritos en selva se tornan lamento,  
Eyong, en el viento, su furia apresura,  
con truenos sagrados retumba el momento.  

Las bestias despiertan, el monte responde,  
la selva se pliega, la sombra se quiebra,  
Maséi retrocede, su grito se esconde,  
su reino de miedo sucumbe en la guerra.  

Así en la batalla forjaron su estirpe,  
Nzé con su trueno, Akoma con luz,  
sus nombres retumban, su sangre es su insignia,  
su paso es eterno, su canto es su cruz.  

Maséi, en su agonía, retuerce su espanto,  
su sombra se ahoga, su furia se quiebra,  
sus gritos resuenan cual ecos de llanto,  
su cuerpo en la tierra en ruinas se entierra.  

Nzé, victorioso, su lanza levanta,  
Akoma con sangre su acero reluce,  
la selva, rendida, con truenos les canta,  
Eyong les observa, su juicio conduce.  

Mas lejos, oculto en los vientos del Nsi,  
se escucha un presagio, retumba un destino,  
las almas que yacen en monte Sî  
reclaman el precio de su hondo camino.  

Nzé siente el peso del pacto sagrado,  
su sangre, en la roca, es brasa encendida,  
Akoma en su pulso percibe el legado,  
su gloria es su cruz, su guerra es su vida.  

Los dioses no dejan que el hierro se duerma,  
Eyong los reclama con voz infinita,  
Nzé, con sus ojos, contempla su yerma,  
Akoma lo sigue con alma marchita.  

La selva los llama, los vientos los cubren,  
sus sombras se funden con Nsi y sus mares,  
sus nombres se graban, sus glorias relucen,  
mas nunca regresan de oscuros umbrales.  

Así, con su brío, forjaron su estirpe,  
Nzé con su trueno, Akoma con luz,  
sus nombres retumban, su sangre es su insignia,  
su paso es eterno, su canto es su cruz.  


Luis NSUE MIA 
@nsuemia.
nsuemia@gmail.com

Sin palabras que expresen mi tristeza.

Sin palabras que expresen mi tristeza,  
se ahoga en silencios mi alma marchita,  
buscando consuelo, mas todo es ceniza,  
perdida en la sombra de vana certeza.  

Las horas se tiñen de luto y enredo,  
mi pena se extiende como hiedra oscura,  
y en su laberinto, mi sangre murmura  
el eco doliente de un viejo recuerdo.  

Mas surge en la brisa un tenue murmullo,  
susurros de vida que rompen mi duelo,  
esquirlas de luz en el aire repullo.  

Tal vez en el alba despierte el anhelo,  
y el llanto se vuelva radiante arrullo,  
un canto que lleve mi pena al desvelo.  


viernes, 23 de mayo de 2025

Mbañe

El sol agonizaba sobre la bahía de Corisco, desangrando su luz entre las aguas que habían sido testigos de siglos de disputas. Allí, en la pequeña isla de Mbañe, dos hombres esperaban en silencio el desenlace de una batalla que no se libraba con armas, sino con palabras escritas en tratados y alegatos.  

Elián, pescador ecuatoguineano, deslizaba sus manos curtidas por la cuerda de su red. Su abuelo le había contado historias sobre los días en que estas aguas eran indiscutiblemente suyas, cuando los españoles trazaron fronteras que años después serían olvidadas por la codicia del petróleo y el poder.  

A unos pasos, Matéo, soldado gabonés, ajustaba su rifle con movimientos mecánicos. No porque esperara usarlo, sino porque le daba algo que hacer mientras la incertidumbre pesaba sobre su espalda. Desde niño había escuchado que Mbañe pertenecía a Gabón, pero en las noches más tranquilas, entre el rumor de las olas, siempre se preguntó si la tierra podía realmente pertenecer a alguien.  

—Dicen que hoy la Corte Internacional de Justicia decidirá—murmuró Elián, sin mirarlo.  

Matéo exhaló con pesadez. La tierra no decide quién la pisa, pensó, pero no lo dijo.  

El viento trajo la noticia como una sentencia tallada en el aire: Guinea Ecuatorial había ganado la disputa.

Hubo un instante suspendido en el tiempo. Elián cerró los ojos, sintiendo que su abuelo, su padre y todos los pescadores antes que él celebraban en ese mismo momento, en alguna parte más allá del horizonte. Matéo, en cambio, sintió un vacío extraño, una especie de derrota que no tenía bandera ni odio, sino el peso de una historia que nunca había sido suya.  

Se miraron por primera vez en toda la tarde. No había resentimiento, solo la certeza de que, pase lo que pase, el mar seguiría siendo libre.  

—El agua nunca nos separó—susurró Elián.  

Matéo asintió. Y sin decir más, dejó que las olas le mostraran el camino de regreso.  


Lucas sakul NSONO

jueves, 22 de mayo de 2025

Caminos que se cruzan, raíces que se abrazan

Keren

El rincón de Keren comenzó haciendo resúmenes de artículos, una idea cambió el rumbo del blog con un relato, desde entonces y retomando aquellos tiempos en los que disfrutaba de la lectura, comencé a escribir relatos cortos. Más tarde comencé a colaborar con MCDMX ( Masticadores de México) cómo relatadora, colaboré con plataforma cero como columnista "LAS LECTURAS DE KEREN" , También cómo editora en MCDMX gane premios por mi blog , cómo puede ser premio a la mejor entrada del mes , premio a mejor relato ( cultura bubi) , y muchos más, otro cambio llegó y ese fue la dedicación a las reseñas literarias que comenzaron siendo españolas y finalmente africanas y afrodescendientes. Desde no hace mucho colaboro con dos personas afrodescendientes, y en este momento trabajando en un borrador. Ya publiqué, pasajes de una vida, la quimera de Abigail y la magia que hay en mí Ancestras y la 2° parte, más personal. 

El rincón de Keren es un lugar comprometido con la educación, antirracismo, salud y mucho más desde las emociones que albergan a la población negra. Por eso , después de 10 años escribiendo voy un paso más allá.

Caminos que se cruzan, raíces que se abrazan

En el corazón del Golfo de Guinea, la isla de Bioko y el continente africano comparten más que tierra y mar: comparten historia, sangre y sueños. Durante generaciones, los pueblos fang y bubi han convivido bajo un mismo cielo, y aunque la historia ha conocido momentos de tensión, también ha sido testigo de gestos de solidaridad, de encuentros profundos y de una hermandad que, aunque a veces dormida, sigue viva.

Hablar de fang y bubi no es hablar de enemigos, sino de hermanos con heridas. Heridas abiertas por el colonialismo, por las luchas de poder, por el miedo al otro. Pero también hablar de fang y bubi es hablar de lenguas que resisten, de costumbres que perduran, de madres que cantan nanas parecidas a sus hijos, aunque en diferentes idiomas.

Es hora de preguntarnos: ¿qué nos une más que lo que nos separa? ¿No será que los relatos heredados, muchas veces distorsionados, han levantado muros donde podrían crecer puentes?

La hermandad no se impone; se construye. Y se construye desde el reconocimiento mutuo, desde el respeto profundo a la cultura del otro, desde el compromiso colectivo por una Guinea Ecuatorial que no le pertenezca a un solo grupo, sino a todos. Una Guinea donde ser fang no excluya ser solidario con un hermano bubi, y viceversa. Donde la diversidad no sea un obstáculo, sino la mayor riqueza.

Hay jóvenes que ya están rompiendo estos esquemas, tejiendo amistades más allá de los apellidos, mezclando ritmos, compartiendo luchas sociales. Hay sabios que recuerdan los tiempos en que las comunidades intercambiaban productos, saberes y ceremonias. Esa memoria ancestral debe guiarnos.

La verdadera liberación de un pueblo ocurre cuando sus hijos se reconocen como parte de un mismo árbol, aunque sean ramas diferentes. Fang y bubi: dos nombres, una tierra, un destino. Que la historia no se repita con sus sombras, sino con sus luces. Que el futuro se escriba con las manos entrelazadas, no con los puños cerrados.

Solo así seremos verdaderamente libres. Solo así seremos, de verdad, hermanos.

Historias jamás contadas

El doctor Mecheba cerró el expediente con un suspiro. La sala de urgencias del Hospital Regional de Bata ardía con el calor sofocante y la desesperación de los pacientes. Frente a él, un hombre de rostro afilado sostenía a su hijo en brazos. El niño temblaba de fiebre.  

—Doctor, mi hijo tiene paludismo —afirmó el hombre—. No tengo dinero para análisis, pero sé que es paludismo. Déle la medicina.  

Mecheba se acomodó las gafas.  

—Entiendo su preocupación —respondió con calma—, pero debo seguir el procedimiento. Sin una prueba, no puedo prescribir un tratamiento. Ahora la enferme le va a administrar un medicamento que le bajara la fiebre. Toma este volante de laboratorio y que le realicen estas analiticas.

El padre del niño frunció el ceño.  

—¿No puede hacer una excepción? ¿Quiere que mi hijo muera?  

—No es eso —replicó Martín—, pero debo cumplir con el procedimiento correcto. Si le doy un medicamento sin confirmación, podría hacerle daño en vez de ayudarle. El tratamiento no se puede dar sin un juicio medico certero.... Y para esto, tienes que realizar las analíticas indicadas en el volante.

El hombre salió de la consulta sin otra palabra. Su marcha apresurada tenía un propósito que el buen doctor no anticipó. 

Horas después, mientras el médico revisaba expedientes, dos policías apuestas y armados como si anticiparon un enfrentamiento armado irrumpieron en su oficina.  

—Doctor Mecheba—gruñó uno de ellos—, está acusado de negligencia médica. Nos ordenaron su arresto.  

Mecheba apenas tuvo tiempo de reaccionar cuando sintió los grilletes mordiendo sus muñecas.  

A través de los barrotes de la celda, trató de comprender qué había ocurrido. La influencia de un capitán amigo de la familia del paciente lo había sellado en una prisión injusta. La ley, que debía ser su escudo, ahora se convertía en una cadena.  

La noche caía sobre Bata y, con ella, las sombras de una justicia quebrantada. La gente seguía con su rutina en el recinto hospitalario como si nada hubiera pasado. La sala de urgencias seguís atestada de pacientes impacientes y los médicos trabajaban con labios selladas. Todos tenían otro arresto injustificado.

El en barrio de Covadonga, la tímida luz de la bombilla se filtraba por las persianas del pequeño apartamento que alquilaba el Dr. Mecheba. Isabel Nchama, su esposa preparaba la comida mientras su hija, Lucrecia, terminaba su tarea en la mesa. Mecheba siempre les decía que la educación era la única herramienta que realmente podía cambiar vidas.  Pero esa noche, la rutina se quebró con una llamada que heló la sangre de Nchama.  

—¿Qué dices? —murmuró al teléfono, su voz temblando—. Eso no puede ser verdad...  

Sin poder creerlo, salió corriendo al hospital. Allí, los murmullos se entretejían como sombras.  

—Dicen que el doctor Mecheba está en la cárcel —susurraban las enfermeras—. El padre de un niño lo denunció por negligencia.

Cuando Isabel llegó a la comisaría, vio a su esposo detrás de los barrotes. Su rostro, normalmente sereno, ahora estaba marcado por la fatiga y la incredulidad.  

—No entiendo, Isa —susurró Mecheba—. Solo seguí el protocolo.  

Ella apretó los labios. Sabía que no era cuestión de protocolos, sino de influencias. El padre del niño tenía un cuñado con conexiones en el ejército. Con una simple llamada, transformó su frustración en poder.  

Los días en prisión se hicieron eternos. Lucrecia preguntaba por su padre cada noche, incapaz de comprender la injusticia. Nchama luchaba por encontrar un abogado que se atreviera a enfrentar la acusación. Pero en una sociedad donde la justicia podía torcerse al capricho de unos pocos, todo parecía inútil.  

Un mes después, la verdad comenzó a desmoronar las mentiras. El niño no se mejorana por muchos tratamientos que su padre le buscaba en farmacias de dudosa reputación, y había sido llevado a otro médico, quien, después de un análisis, confirmó que el problema no era paludismo, sino una infección viral que requería otro tratamiento. La noticia llegó a oídos de un juez menos influenciado, que ordenó la liberación inmediata del buen doctor.  

Cuando el doctor cruzó las puertas de la prisión, abrazó a su esposa e hija con una mezcla de alivio y desconfianza en la justicia que había jurado defender.  Pero la herida de la injusticia no se cerraba fácilmente.  

Esa noche, mientras cenaban juntos por primera vez en semanas, Martín dijo con voz firme:  

—Si la ley no protegió a un médico que solo quería hacer su trabajo, ¿cuántos más deben sufrir lo mismo?  

No hubo respuesta, solo el silencio de una familia que entendía que, aunque el encierro había terminado, la lucha por la verdadera justicia apenas comenzaba.  


Luis NSUE MIA 


miércoles, 21 de mayo de 2025

Sonetos a África

SONETO I

África, cuna de fuego y resistencia,  
tierra que canta en lenguas ancestrales,  
rumor de tambores en noches astrales,  
susurros de historia, sangre y conciencia.  

Tus ríos murmuran leyendas de esencia,  
bailan tus pueblos con ritmos triunfales,  
herencia tallada en piedras y trigales,  
orgullo que brilla con luz y presencia.  

De Nubia a Mali, tu gloria no calla,  
forjaste reinos, saber y destino,  
creaste estrellas en danza y batalla.  

Hoy se levanta tu pulso divino,  
que nadie te robe tu voz ni tu talla,  
África eterna, raíz sin camino.  



SONETO II

África canta con voces ardientes,  
su risa es viento que mueve la palma,  
bailan los pueblos con fuego en el alma,  
tejen su historia con hilos valientes.  

Ríos dorados, tambores potentes,  
arte y colores que al mundo desarma,  
brilla su fuerza de inmensa alharma,  
reino de sueños y pasos fervientes.  

Sol de esperanza, pasión encendida,  
surca caminos de gloria infinita,  
África es danza, es fuerza y es vida.  

Hoy se celebra su esencia bonita,  
florece el ritmo que nunca se olvida,  
¡alma de un pueblo que brilla y palpita! 

 

SONETO III

África llora su ayer olvidado,  
caminos rotos, reinos en escombros,  
en su memoria resuenan los hombros  
de aquellos pueblos que han sido apagado.  

Los siglos pasan, su voz ha callado,  
sus dioses duermen en tierras y combros,  
las glorias viejas, los tronos más hondos,  
se han disuelto en el viento cansado.  

Mas nunca muere el pulso en su entraña,  
late en los ríos, en pueblos callados,  
grita en su noche la voz que aún baña.  

El tiempo arrastra sus sueños dorados,  
pero en su sangre la historia no engaña,  
África existe en sus hijos honrados. 


SONETO IV

En cada héroe la llama despierta,  
siguen los pasos de pueblos que encienden,  
reinas que alzan banderas abiertas,  
hijos que luchan, que nunca se venden.  

Mansa Musa, tu oro aún reluce,  
Shaka, tu grito retumba en el viento,  
guerra y saber, que en tierras induce  
fuerza y orgullo en un renacimiento.  

Campos dorados, los mares en danza,  
voces que claman un mundo distinto,  
África avanza, su sueño no cansa.  

Surge su fuego con luz infinita,  
rompe el silencio de siglos extintos,  
¡África brilla, su vida es bendita!  

Luis N. NSUE MIA 


sábado, 17 de mayo de 2025

Historias de mañana

El aire en Malabo estaba inmóvil, como si el mismo viento temiera moverse en una noche tan cargada de presagios. La humedad se pegaba a la piel, impregnando las calles con un olor a tierra caliente y miedo. Se escuchaba el murmullo de un país en espera, un silencio tenso, roto solo por el sonido distante de radios encendidas y el eco de pasos apresurados en los callejones.

Ebele apretó el fusil contra su pecho. Sus dedos temblaban, pero no por miedo—al menos no el miedo que sus compañeros parecían sentir. Su temor era otro, más profundo. ¿Cuánto resistiría su jefe? ¿Cuánto resistirían ellos? Su líder, un hombre que en otro tiempo parecía invencible, ahora se paseaba por los pasillos como una sombra inquieta, murmurando frases entrecortadas sobre traiciones y castigos. 

Desde su puesto, podía ver la gran mesa donde se amontonaban documentos y mapas. La luz de una lámpara titilaba sobre ellos, como si incluso la electricidad dudara. Fuera del palacio, en los límites de la ciudad, los rumores decían que los hombres de Nguere estaban listos. La pregunta que todos callaban era la única que realmente importaba: ¿quién vivirá para ver la luz del día?

Bajo el techo de una casa a medio construir, las manos de okiri se cerraban con fuerza alrededor del metal frío de su pistola. Su corazón latía demasiado rápido, como si ya estuviera en combate. Nunca había disparado a un hombre. Nunca había sentido la verdadera cercanía de la muerte. Pero esta noche no se trataba de temer. Se trataba de terminar con la pesadilla que había consumido a su familia.

Desde la ventana de la pequeña habitación donde él y sus compañeros esperaban la señal, veía las luces apagadas de la ciudad, las calles extrañamente vacías. La gente sabía lo que iba a ocurrir, aunque nadie lo decía en voz alta. ¿Era correcto? ¿Sería realmente el inicio de algo mejor? Se preguntó si en unos años, su nombre quedaría entre los héroes o entre los fantasmas de otra traición.

En la periferia, la oscuridad en la casa de Anabel parecía más profunda que cualquier otra noche. Sus hijos dormían, ajenos a lo que pasaba fuera. Pero ella no podía descansar. El pasado se repetía. Primero su esposo, desaparecido hace años por razones políticas. Ahora, el sonido de puertas cerrándose con prisa en el vecindario, de susurros aterrados tras ventanas entreabiertas.

Sostuvo la vela en su mano, la única luz que se atrevía a encender en la casa. A través de la cortina, vio las sombras de figuras moviéndose rápido, cruzando la calle. Se preguntó si serían hombres de Mabale,  soldados de Mikibi, o simplemente almas buscando refugio en la noche. Un pensamiento le recorrió la piel como un escalofrío: ¿y si mañana despierta y su mundo ya no existe?

En un viejo estudio de fotos, Fabián pasó toda la jornada escribiendo historias que en este momento nadie se atrevía leer. Con los ojos cansados pasó los dedos sobre la portada de su libreta. No había dormido en días, atrapado en la urgencia de documentar cada detalle. La historia le ardía en los dedos. La última vez que había escrito sobre Mabale, los rumores de su captura eran débiles, casi imposibles. Ahora, tenía la certeza de que todo se estaba desmoronando. 

Su pluma rasgó el papel con rapidez: Guinea Ecuatorial, 2 de julio de 3026. La noche se ha vuelto un animal en silencio. Un país espera su destino.

Bajo la luz débil de la lámpara, escuchó un golpe en la puerta. Su aliento se cortó en el pecho. ¿Era la revolución que venía por él? ¿O los últimos coletazos de un régimen que no quería dejar testigos?


Pequeñas historias calladas.

Luis Nsue MIA 

@nsuemia

Bajo cielos de fuego y oro

Bajo cielos de fuego y oro,  

donde el mar canta su eterno canto,  

Corisco despierta en su lecho azul,  

bailando al ritmo del suave encanto.  


Sus arenas susurran historias,  

teñidas de sol y de espuma ardiente,  

donde la brisa lleva secretos,  

y la luna besa su piel silente.  


Manglares de sombras y vida,  

tejidos en verde misterio eterno,  

refugio de aves que gritan al alba,  

y ecos de tiempos que duermen sin invierno.  


Oh, isla de mares profundos,  

templo de sal y de luz errante,  

Corisco, reina de aguas y sueños,  

hermosa, inmortal, siempre vibrante.  



nsuemia@gmail.com 

Luis NSUE MIA 


Brilla, aunque duela.

Si hoy las sombras te envuelven el alma,  

y sientes que el mundo pesa en tu ser,  

recuerda que dentro de cada calma  

hay un latido queriendo vencer.  


Eres estrella, aunque no lo creas,  

y en tu mirada renace el sol,  

aunque la noche susurre tristezas,  

brillas con fuego, destierras temor.  


Las olas rugen, los vientos gritan,  

mas tú resistes, aún en la tormenta,  

pues dentro tuyo la vida palpita,  

con cada paso la luz se incrementa.  


Que el día llegue, que todo sane,  

y cuando mires atrás en la brisa,  

verás que siempre, aún en lo oscuro,  

tu fuerza fue quien prendió la risa.  



Luis NSUE MIA.

nsuemia@gmail.com.


miércoles, 14 de mayo de 2025

SOMBRAS DE ORO

En calles de mármol y rostros de piedra,  

el oro fluye, pero nunca llega.  

Los árboles murmuran verdades dormidas,  

mientras la historia sangra palabras perdidas.  


Las manos vacías extienden su canto,  

pidiendo justicia en mares de espanto.  

Pero el eco responde en monedas gastadas,  

en mesas de lujo y promesas quebradas.  


El río conoce secretos hundidos,  

sus aguas reflejan lo no permitido.  

Pantanos callados guardan testigos,  

raíces enredan los sueños prohibidos.  


¿Quién compra el sol, quién vende la sombra?  

¿Quién viste la mentira con seda y alfombra?  

Las voces se apagan, los gritos se venden,  

en un mercado donde el alma se pierde.  


Pero en la tormenta renace la furia,  

un viento levanta cenizas oscuras.  

El pueblo despierta, la tierra responde,  

y el trueno reclama lo que le esconde.  



nsuemia@gmail.com

Luis NSUE MIA 

Poesía urbana 

EL PACTO DEL SILENCIO

Un eco en la brisa canta verdades,  

pero nadie escucha, solo paredes.  

Los labios sellados con oro y miedo,  

un trato firmado en tinta de fuego.  


Las máscaras ríen en cenas de gala,  

con ojos vacíos, bocas cerradas.  

En la sombra se truecan destinos,  

sellando el alma por unos vinos.  


¿Dónde quedó la voz del ancestro,  

el consejo tallado en maderas viejas?  

Ahora el tambor solo late en secreto,  

asfixiado bajo promesas huecas.  


Los niños preguntan por cuentos de antaño,  

pero el viento responde con llanto extraño.  

El nguba florece en tierras marchitas,  

raíces atadas, palabras malditas.  


Mas vendrá el día en que el río hable,  

las piedras canten, los muros caigan.  

La historia grite lo nunca dicho,  

y el pacto de sombras quede en olvido.



nsuemia@gmail.com 

NSUE MIA 

Letras urbanas.


sábado, 10 de mayo de 2025

Susurros de eternidad.

Muerte, mi amante oculta,  

bailas entre sombras y luz,  

con manos frías pero tiernas  

me envuelves en tu dulce cruz.  


Tus labios no besan,  

mas en su roce callado  

se esconde la promesa  

del descanso tan ansiado.  


No temo tu llegada,  

pues eres solo un umbral  

donde el alma enamorada  

se disuelve en lo inmortal.  


Si el amor es infinito,  

si el tiempo no tiene voz,  

déjame perderme contigo  

en el eco de tu adiós.  



Letras oscuras.

Luis NSUE MIA

Mayo de 2025.

jueves, 1 de mayo de 2025

El último humano

No sé cuánto duró el último ocaso,

ni cuántos siglos rodaron bajo mis pies polvorientos.

Fui la carcasa del último hombre,

el testigo ciego de un adiós sin ceremonia.

Sobreviví a la última canción del viento,

al suicidio de los mares,

a la risa muda de estrellas moribundas.

En los escombros hallé un espejo sin reflejo,

y me descubrí bestia,

y me descubrí dios,

y me descubrí nadie.

El universo olvidó mi nombre

antes de que yo pudiera olvidarlo.

Ahora escribo epitafios sobre el vacío,

esperando que algún cometa me recuerde

cómo se pronunciaba el verbo "vivir".





_Sir Manoiká._

El Precio de Respirar.

 Nací con las manos atadas,

con la boca sellada por los miedos ajenos,

con los ojos abiertos al dolor como única herencia.


Aprendí que la vida no es un regalo,

sino un contrato sin firma,

donde cada latido se paga a plazos imposibles.


Vi a mi madre envejecer en un cuarto de paredes descascaradas,

cosiendo sueños para otros,

mientras los suyos se marchitaban en silencio.


Vi a mis hermanos jugar a ser hombres,

cuando apenas eran sombras,

vestidos de furia para no morir de tristeza.


Y aprendí que respirar duele,

que cada bocanada de aire es un acto de rebelión,

un lujo que aquí pocos pueden permitirse.


El mundo nos enseñó a odiarnos,

a desconfiar del que sufre igual que nosotros,

a disparar primero y preguntar después.

Cambiar...

Cambiar es un verbo que se pudre en la boca de los predicadores.


Pero aun así resisto.

Con los nudillos rotos y el alma remendada,

resisto.

Porque en algún rincón de este lodazal,

sé que aún hay semillas que no se dejaron aplastar.


Y mientras respire,

aunque sea a escondidas,

seguiré diciendo que existí,

que dolí,

que amé,

que fui más que una estadística borrada.




Sir Manoiká.

Mírame

Soy el rostro que ignoraste en tu espejo.  

El eco que tus muros no pudieron silenciar.  

Soy la sombra que camina,  

el grito que nunca fue escuchado.


En cada esquina, una batalla.  

En cada mirada, un juicio.  

¿Quién soy? Me llamas delincuente,  

pero yo, yo me llamo sobreviviente.


La calle me enseñó a pelear,  

a usar mis manos cuando no había palabras.  

La sociedad me dio etiquetas,  

pero nunca oportunidades.


¿Es mi culpa si el hambre me rompe?  

¿Si el vacío me llena de rabia?  

No soy el problema,  

soy el reflejo de lo que olvidaste.



Luis NSUE MIA 

Contra las cuerdas

Dicen que nací libre.

 


"Dicen que nací libre, 

pero las cadenas son invisibles, 

No son de hierro ni de metal, 

son de etiquetas y prejuicios.

“Delincuente” me llaman 

antes de preguntar mi nombre,

como si el juicio estuviera escrito al nacer.


La calle no perdona, 

ni da tiempo para soñar,

Cada esquina es un campo de batalla, 

cada rostro, un espejo.

¿Es mi culpa que aprendí 

a sobrevivir antes que a vivir?  

¿Que crecí en un mundo donde 

las puertas se cierran con candados rotos?


Ellos me ven como una cara

más en el telediario,

Pero yo soy una historia, una lucha, 

una voz que no se apaga.

No me rendiré aunque quieran verme caer,

Porque en mi pecho late algo 

que no me pueden quitar: la esperanza.


Quiero correr, quiero volar, 

pero el suelo me llama.

Dicen que soy problema, 

pero en verdad soy la solución olvidada.

Si tan solo escucharan mi canción 

de dolor y de fuerza ocultada,

Verían que dentro de la sombra,

hay luz buscando nacer."



Luis NSUE MIA 

Contra las cuerdas

Yo, el que no se dobla

No soy el marginado,   soy el margen (la línea que no borran ni con silencio). No me llamen desposeído:   poseo la memoria del hambre,   el ...