Recorrí, entonces, aquellos senderos
para cobijar (en mi alma destrozada)
fantasmas que en mi demencia
apaciguan al más tenido demonio.
En mi ser guardo bajo llave al genio,
al moribundo y al pobre borracho
que ayer rescaté entre copas de vino,
milagro celestial convertido en sangre
de aquel que pereció por causa nuestra.
No soy diferente a ti, mi gran camarada;
Como cualquiera siento amor, hambre
y en ocasiones solté carcajadas,
para no llorar, bajo un intenso sol
mientras anduve en los senderos
de la ciudad que me vio crecer.
Más allá de los golpes y bofetadas
de aquel maestro de primaria
en su intento de controlar su fracaso,
se encuentra mi infancia borrosa.
Con los lustros he conocido un nuevo
camino para saldar mi más pesado pecado.
Y aún con la vista todavía en lo más oscuro
pasado, sigo dibujando negras mariposas
en las lapidas de aquellos que ví perecer.
Ahora cobijo entre enfermos y moribundos,
no por placer, no por amor ni por obligación.
Me siento uno más, un alma patológica...
Soy, yo, otro moribundos, otro enfermo,
otro pensamiento equivoco en la mente
inquieta del abominado de turno...
@nsuemia
Letras oscuras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario