martes, 15 de abril de 2025

La tierra que traga vivos.

Hay un lugar donde el llanto 

no encuentra descanso,

donde las lágrimas se evaporan antes

 de tocar el suelo

y el polvo cubre los nombres

como si jamás hubiesen nacido.


Una tierra extendida 

como un cuerpo enfermo,

con cicatrices tan hondas que ni el tiempo

 se atreve a mirarlas.

Una tierra cansada de enterrar vivos,

de parir hijos para el hambre,

de ver cómo la esperanza se vuelve hueso.


Aquí, el pan es un mito,

la sed no termina con agua

y la infancia muere sin haber jugado.

Las madres callan,

con la boca llena de ausencias

y los pechos secos como la tierra que pisan.


Nadie pregunta por los hombres.

Han sido tragados por los días,

convertidos en sombra

o en furia mal contenida.

Ya no construyen,

ya no creen,

ya no esperan.


Las ciudades se levantan 

como ruinas nuevas,

decoradas con pancartas 

que prometen un mañana

que nunca llega,

porque el mañana aquí se vendió

junto con la tierra,

el cobre,

la carne.


Y el poder...

el poder ríe.

Ríe en oficinas selladas,

en idiomas prestados,

con manos que nunca tocaron la miseria

y estómagos que no conocen el vacío.


Los discursos se repiten

como letanías cínicas

mientras en las aldeas se reza

para que la muerte al menos sea rápida.


No hay escuelas,

solo paredes que han olvidado 

el eco de la voz humana.

No hay hospitales,

solo habitaciones donde la muerte espera

sentada en una silla rota.


No hay fe.

No hay piedad.

No hay tregua.


Solo polvo,

solo hambre,

solo un sol impasible

que calienta la desgracia

como quien alimenta a su mascota.


Y allá afuera,

el mundo mira desde lejos,

con sus banderas limpias 

y sus culpas lavadas,

cerrando tratados sobre cuerpos,

negociando con nombres 

que no saben pronunciar.


Aquí no queda nada.

Ni rabia,

ni lágrimas,

ni palabras.


Solo el crujir de una tierra 

que traga vivos

y los ojos abiertos de los que 

ya no tienen nada que perder.




La Tierra que Traga Vivos

_(version demo)_

_Sir Manoiká_

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