No soy el marginado,
soy el margen
(la línea que no borran ni con silencio).
No me llamen desposeído:
poseo la memoria del hambre,
el canto de los que no figuran,
la historia que no entró en los archivos.
Visto harapos, sí.
Pero cada hilo es testigo:
del precio de la dignidad,
del sudor que no entra en estadísticas.
No nací para servir banquetes ajenos.
No fui moldeado para agachar la cabeza.
Yo he visto la miseria,
y ella también me ha visto a mí.
Nos saludamos con respeto,
pero no nos besamos la mano.
Mi voz no es eco.
Es tambor.
Es grieta.
Es piedra escrita en la lengua de los olvidados.
Y si he de caer,
será de pie.
Con la palabra alzada
como lanza
como lámpara
como grito.
Porque aún desde el barro,
se puede levantar una nación de almas.
Luis NSUE MIA
Bata/letras oscuras 2025
Yo, el que no se dobla
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