Alisa el viento fatigado la calle
clamando en la maestra mano
el temido soldado de la muerte
cuando en la niebla la luz se desdobla.
Gritos a favor, gritos en contra,
ruinas sepultan en el silencio dulce
cuando tintinea el generoso
pájaro del benedictus negro.
***
Volverá la muerte a su trinchera
y el antro que ayer fue su refugio
entre sangre y desesperación,
grabará su nombre sobre el rostro
de los abatidos; y cuando al final
la susodicha sobrevenga
treguas al ejercito facturará robustas
porque del silencio huye la vida
que a otros fue negada por blasfemia.
Hombres de la guerra nos lo enseñan:
si su vida alcanza a entregar tanto,
como el bello diablo en sus jardines, vagabundo
andará su nombre en los confines de la Tierra.
***
En un gesto futuro yace oculta la guerra
suspendida atrás por los ancestros
porque en sus palacios hoy deambula desterrado
el sueño paralítico de aquellos
que a un cínico satánico obedecen.
«Uniforme» llaman lo que llevan estos hombres,
sacos que caminan cabizbajos por jardines
de lo oculto, mudos y propensos a la muerte
que el bastón de fuego en una copa les ofrece
a los que se postran a su encuentro.
Luz para aquellos que siembran su vida en la causa
como al marinero menos mares tormentosos
porque al soldado el fuego ya le espera
vestidos de claveles en su pecho los disparos.
Sus pezuñas lava el estratega de la muerte.
***
Soy del Engong hijo nato, feroz guerrero,
y vadeo las fosas con el paso retorcido
mientras la pistola el joven coge, atrevido,
para combatir por una causa
a la que su vida entregará como un obsequio.
Ya las armas suenan a silencio por el muerto,
llora la estación sobre su tumba bajo el bosque,
su espíritu rebelde no descansa: vive preso
de la patria a la que dio su cuerpo
para engordar el vientre siempre hambriento
de la noche.
***
Se aproxima el blanco. Bailan los muertos.
En los mares canta la belleza y las mujeres
de las aguas plata y azul negro hermosas brotan,
creaturas luminosas de las profundidades.
No las llaman ya los marineros.
Tienen apetito de otros hombres.
Vienen a por esos que en el nombre de la causa
vendieron a la muerte sus espíritus.
Deja que se queje el combatiente mientras vive,
que el muerto bien bailado tiene el canto.
Suelta el impermeable al campo abierto,
pisa entre la arena de la muerte siempreviva
porque la sinfonía que hoy escuchas, sorda
volverá mañana a tus oídos para ahorrarse
alzarse a la victoria en la batalla si esta acude
mojada en llanto propio a nuestra danza.
@nsuemia.
Soldado de la muerte.
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