Desperté amarrado
al pie de un cañón oxidado
y j𝖺𝗆á𝗌 𝗆e rendí al duro trato.
Ni c𝗈𝗇 𝗍𝗈𝖽a la maldad
invadiendo mi alma,
ni con el látigo acariciando
mi piel oscura en la noche
tuve miedo alguno.
Supuse que todo estaba bien,
que el sol volvía a brillar
mas estaba equivocado.
La oscuridad había invadido
mi universo, mi mortal alma
y con ella los buenos momentos
se tornaron grises, vacíos,
invadidos por furiosas tormentas.
Desperté al borde de la tumba,
en compañía de fúnebres cantos.
Presiento que sigo vivo
pero 𝖾𝗇 𝗎𝗇 𝖼𝗈𝗇𝗌𝗍𝖺𝗇𝗍𝖾 𝗉𝗋𝖾𝖼𝗂𝗉𝗂𝖼𝗂𝗈.
Aquí l𝖺 𝗅𝗎𝗓 𝗒 𝗅𝖺 𝗈𝗌𝖼𝗎𝗋𝗂𝖽𝖺𝖽
𝗆𝖾 𝗍𝗂𝖾𝗇𝗍𝖺𝗇 𝖺 𝖼𝖺𝖾𝗋 𝖽𝗂𝗋𝖾𝖼𝗍𝖺𝗆𝖾𝗇𝗍𝖾
en su perturbadora 𝗍𝗋𝖺𝗆𝗉𝖺.
Mas con paso duro deambulo
𝖾𝗇𝗍𝗋𝖾 l𝖺 𝗆𝖺𝗅𝖽𝖺𝖽 d𝖾𝗅 𝗆𝗎𝗇𝖽𝗈
y la 𝖻𝗈𝗇𝖽𝖺𝖽 moribunda
que con astucia envenena y mata
lentamente por dentro.
@nsuemia
letras oscuras
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Guay
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