miércoles, 2 de septiembre de 2020

El efecto alfa.

  Tanto las teorías religiones como las filosóficas han buscado soluciones para explicar el enigma del comportamiento humano, pero el fracaso de todas ellas, radica en que cada una ha analizado dicho comportamiento desde una perspectiva. Nosotros somos un todo indivisible y no  parte de un todo. Como personas, somos el resultado de millones de microconexiones que forman parte de un sistema complejo e inteligente que se tiene que analizar de forma integral. Todo ser humano está formado por átomos (bioelementos) que entre sí forman las biomoléculas y estas a su vez se unen entre para componer la base de la esencia humana. La gente  nace  con  talentos,  capacidades  y   poderes  adquiridos  en  otras  vidas. Comprendemos que somos el resultado de lo espontáneo y  lo aprendido hecho una pieza que con  el  paso  del  tiempo  ha evolucionado llegando  a  un  punto irreversible en  el  que  todos  somos  semejantes físicamente, pero iguales en la base biológica del cerebro. Desde antaño los más avanzados han servido de canal para los aprendices y son estos los que forman los líderes  de la sociedad en que vivimos. Nosotros somos animales y como animales también comportamos. Esta es la base de nuestra esencia. Si nos fijamos en una manada de lobos encontraremos que la pareja alfa prácticamente no da órdenes a la manada, sino su elección, solo con su elección le basta para que el  resto de la manada pueda seguirle dado que cuenta con una mayor libertad de elección y confianza que ha ganado entre los compañeros de la manada. Prácticamente nos preguntaríamos el porqué de tal suceso, ¿Qué hace a un lobo confiar ciegamente en el alfa sin importar a penas los riesgos que pueden conducir a tal decisión? La respuesta es clara solo que se esconde bajo múltiples reacciones electrobioquímicas para poder desencadenar este comportamiento. Para comprender este comportamiento, partimos desde la estructura básica del cualquier átomo porque ahí es donde encontramos la composición básica de cada átomo: protones, electrones y neutrones, con la excepción del hidrógeno-1, que no contiene neutrones, y del catión hidrógeno o hidrón, que no contiene electrones.  Esta estructura nos permite comprender la química que a gran escala regirá el comportamiento de cualquier hombre. Al poseer cargas eléctricas, los electrones y protones, esto confirma que el universo se rige por las leyes electromagnéticas y no por simples relaciones espontáneas. Los átomos que conforman que forman el genoma humano al ser cuerpos formados con cargas eléctricas, esto posibilita el comportamiento que posteriormente definirá nuestra conducta. Desde hace siglos el ser humano ha sido educado siguiendo ciertos prototipos simplemente con el deseo de ser aceptado por la sociedad que le rodea, claro que el hombre es un ser social y necesita de esta para poder desarrollarse como persona. Esta necesidad lo permite inconscientemente imitar comportamientos que su subconsciencia ha clasificado como benéficos. Como cualquier lobo en la manada necesita de su manada para sobrevivir pues el ser humano también necesita de la sociedad para garantizar su sobrevivencia. Si consideramos la comunidad social como una manada entonces comprenderemos que en cada manada ha de haber un lobo alfa, aquel que toma las decisiones por la manada y el resto solo tendrá que imitar el comportamiento de su líder de forma inconsciente. Para lograr comprender tal efecto hemos de partir  desde la estructura del átomo, comprender que en toda reacción química interviene la electricidad (los átomos están compuestos por cargas eléctricas), se pierde o se gana energía y esto hace posible que pueden surgir nuevas reacciones químicas. Está más que claro que en este universo complejo, lo semejante siempre busca a lo semejante y la repetición de una misma fórmula puede llegar a convertirse en una ley; pues la repetición del mismo comportamiento ejecutado por un líder de una comunidad es aprendida inconscientemente y  ejecutada por sus miembros como en la manada los miembros siguen las elecciones del lobo alfa.   

                                                       
  Luis Nsue Mia                                                                         
 02 de septiembre 2020

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