jueves, 3 de julio de 2025

Donde el polvo piensa.

Donde el polvo piensa: la dignidad y la memoria africana desde una visión del yo que es nosotros.

Por Luis Nsue NSUE MIA

       

        Hay suelos que no se pisan, se escuchan. Porque cada grano de polvo conserva el eco de una historia que no fue escrita con tinta, sino con tambores, cicatrices y cantos nocturnos. África, para quien sabe oírla, no es simplemente un continente: es una filosofía palpitante, una constelación de saberes tejidos en comunidad, resistencia y dignidad.

        En la tradición filosófica africana, el ser no es una isla cercada por la razón individual, sino un cauce que se ensancha con los otros. Ubuntu, decían los sabios bantúes: “Yo soy porque nosotros somos.” Una frase que no es sentencia, sino brújula existencial. En cada gesto de hospitalidad, en cada lamento compartido, renace la certidumbre de que vivir es pertenecer, y que no hay libertad más auténtica que la que no excluye. Es aquí donde afirmamos, los africanos, que yo es equiparable a nosotros. El ser humano es un ser comunitario y es su obligación vivir en la comunidad y servir a la comunidad en el cual vive. Vivimos para servir porque solo cuando servimos, empezamos a vivir.

        No es la herida lo que define la negritud, sino la luz que brota de haber sobrevivido con el alma erguida. Senghor, Césaire y otros poetas pensaron esta negritud no como nostalgia, sino como afirmación: “Mi piel es un juramento”, proclama el verso, y lo es. Un juramento a la dignidad robada y recuperada, a la memoria negada que hoy canta. Ser negro no es una condición histórica: es un manifiesto estético, ético y cósmico.

        Nuestros mayores no envejecen: se vuelven bibliotecas de hueso. En cada frase suya vibra una cosmogonía. La palabra (oracular, sentenciosa y sabia) no necesita academia para legitimarse. Odera Oruka lo entendió con lucidez: la filosofía no está solo en libros, está en las plazas, en las fogatas, en la repetición ritual de un proverbio. Escuchar al anciano es leer un tratado que respira.

        La colonización no solo fue geográfica, sino epistemológica. Nos impusieron mapas que no sabían leer nuestras montañas. Pero cada vez que recordamos, que pensamos desde nuestras lenguas, que danzamos nuestros mitos, una grieta se abre en la piedra del olvido. Porque pensar como africano no es mirar atrás con nostalgia, sino mirar hacia adelante sin renunciar a la raíz.


Donde el polvo piensa.

Donde el polvo piensa: la dignidad y la memoria africana desde una visión del yo que es nosotros. Por Luis Nsue NSUE MIA                 Hay...